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viernes, 20 de abril de 2012



Frente al parque Virrey de Bogotá (en la carrera 15 con calle 88, Hotel B3 Virrey) se levanta un edificio de ocho pisos con una entrada que se lleva todas las miradas de los caminantes. Se trata de una de las fachadas verdes más grandes del país, que además de su valor estético encierra todo un concepto ecológico. A lo lejos se ve como una especie de tapete verdoso con algunos matices rojos y amarillos. Ya de cerca se reconocen las diferentes especies de flores y arbustos que se han ido entremezclando y colmando cada rincón del muro.
Los autores de este proyecto son un grupo de biólogos, ingenieros y arquitectos de la empresa de diseño y construcción sostenible Groncol. Uno de sus integrantes es Pablo Atuesta, quien explica que esta fachada tiene beneficios ambientales, como servirle de filtro de aire a la ciudad, pero también tiene unas ganancias económicas (“es una herramienta de mercadeo para el lugar, incrementa el valor de la propiedad raíz y hace que las personas que estén en contacto con él aumenten su productividad y reduzcan el estrés”), lo que lo hace sostenible en el tiempo.
Funciona con un sistema de riego hidropónico que le suministra los nutrientes a las plantas sin necesidad de utilizar tierra para el cultivo. “Las plantas van creando un ecosistema que se va autorregulando”, explica Atuesta y asegura además que este muro verde puede perdurar entre 20 y 25 años.
Las fachadas verdes, o jardines verticales, tienen una gran acogida en países como Estados Unidos, España y Francia. Países en los que además existen fuertes movimientos ecologistas que tienen una premisa, como lo reitera Cristina Gamboa, directora ejecutiva del Consejo Colombiano de Construcción Sostenible: “devolver un poco del verde que le quitamos a nuestro paisaje”.
Los jardines verticales son una alternativa para optimizar los recursos en las ciudades tan invadidas de concreto; tienen también beneficios en aislamiento acústico y en la regulación de la temperatura. Según el sitio web de noticias ambientales “Veo verde”, un muro vegetal de 8 cm de espesor puede reducir en 10 grados la temperatura interior de un edificio en época de verano; y desde el punto de vista acústico una cubierta del mismo espesor puede aislar hasta 40 decibeles. Además, aseguran, la vegetación tiene capacidad de filtrar hasta el 85% de las partículas del aire.
Redacción Vivir | Elespectador.com

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